miércoles, 25 de marzo de 2009

Hola amigos de la blogosfera, hola a todos, de verdad. Me he impuesto la dieta de actualizar a diario, la dieta de actualizar a diario. Con este método espero lograr una mayor desenvoltura en mis maneras “blogueras” (he, he) e imprimir un ritmo de borboteo a este viejo cascarón que es el Blog de Miguel Noguera, quizás sólo dure un par de asaltos, pero al menos lo habré intentado (menudo rastrero, ¿no?).

Hoy una idea que en un principio se traspapeló pero que hoy he recordado para bien de todos vosotros, bueno, si no la hubiera recordado habría vuelto a renacer tarde o temprano por sí misma ya que se me ocurrió viendo en el telediario unas imágenes, tristemente recurrentes, de una de esas manifestaciones tan encendidas, abiertamente iconoclastas, en las que aparte de quemar símbolos planos también se quema un muñeco, a tamaño real, de alguien, pero antes de quemarlo, y ahí es donde voy, lo alzan sobre la multitud colgado por el cuello de un largo palo. No sé por qué, me pareció muy potable pensar que en algún momento de la Historia seguro que se habría hecho lo mismo pero con una persona real, es decir, alzar a alguien sobre la multitud con ayuda de un palo antes de quemarlo; no sé por qué me pareció de cajón, pero luego caí en la cuenta de que el que sostuviera el palo tendría que tener una fuerza sobrehumana, pensadlo bien, sostener un palo con alguien atado al extremo superior sobre las cabezas de una turba histérica. Y no hablemos ya de la maniobra para subirlo, menudo pedo soltarían tanto el reo como el verdugo al levantar el palo, pedo de esfuerzo, digo (no de responsabilidad o de nervios sino de puro esfuerzo).


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